la historia. La mayoría de los científicos lo considera “el científico más grande de todos los
tiempos”. A él debemos el descubrimiento de la ley de gravitación universal. Demostró que las
leyes naturales que gobiernan el movimiento en la Tierra y las que gobiernan el movimiento de
los cuerpos celestes son las mismas. Es autor de una obra científica monumental: Philosophiae
Naturalis Principia Mathematica, comúnmente conocida como Principia, en la cual se explican los
fundamentos matemáticos del universo. En una ocasión, siendo ya un viejo científico, reconocido
mundialmente, Newton dijo: “He sido un niño pequeño que, jugando en la playa, encontraba de
tarde en tarde un guijarro más fino o una concha más bonita... El océano de la verdad se extendía,
enorme e inexplorado, delante de mí”.
Isaac Newton nació el 25 de diciembre de 1642 (el mismo año que moría Galileo) en Woolsthorpe, una aldea a unos 150 kilómetros de Londres. Fue hijo póstumo (nació unos meses después de que su padre, granjero y pequeño propietario, muriera de neumonía a los 36 años) y prematuro (vino al mundo antes de tiempo, con muy poco peso). Se crió en casa de sus abuelos y a los doce años fue por primera vez al colegio, pero para entonces ya sabía mucho más que leer y escribir, hacía sencillos experimentos y sentía gran curiosidad por conocer el mundo que lo rodeaba. Se llevaba mal con los demás muchachos de la escuela, que lo encontraban muy diferente, demasiado aplicado. Mientras los demás niños se dedicaban a j ugar, Isaac construía un pequeño molino de viento o un carrito a pedales. Pronto aprendió a calcular, valiéndose del sol, la hora y también el día del mes.
Isaac ingresó en la prestigiosa Universidad de Cambridge, donde hubo de trabajar para pagarse los estudios. Al igual que en el colegio, su inteligencia no pasó desapercibida. Tampoco en la Universidad Newton gozó de la simpatía de sus compañeros, era excéntrico y solitario.
Se interesó por los estudios astronómicos de Kepler y Galileo. Se graduó en 1665, demostrando inclinación hacia la física y las matemáticas. A los 27 años ya era catedrático de Cambridge, daba clases y era autor de brillantes teorías que señalarían el camino de la ciencia moderna.
Se suele considerar a Isaac Newton uno de los protagonistas de la llamada «revolución científica» del siglo XVII, a pesar de que él nunca fue amigo de dar publicidad a sus descubrimientos (razón por la que muchos de ellos se conocieron con bastantes años de retraso). Newton fue un renovador de las matemáticas y formuló el teorema conocido como el “binomio de Newton”. Sus primeras investigaciones giraron en torno a la óptica: explicó la composición de la luz blanca como mezcla de los colores del arco iris y diseñó el primer telescopio reflector, del tipo de los que se usan actualmente en la mayoría de los observatorios astronómicos.
A causa de la epidemia de peste, esa terrible enfermedad que seguía asolando Europa, la Universidad de Cambridge fue cerrada temporalmente. Newton volvió a su pueblo, Woolsthorpe, y liberado de las clases, se dedicó a trabajar por su cuenta. En los dos años que pasó en el campo “no pensaba en otra cosa que en las matemáticas y la filosofía” (según sus propias palabras) y su cabeza era una máquina imparable de producir inventos.
Newton formuló las tres leyes del movimiento: la primera se conoce como ley de la inercia (todo cuerpo permanece en reposo o en movimiento rectilíneo uniforme si no actúa sobre él ninguna fuerza); la segunda, como ley o principio de la dinámica (la aceleración que experimenta un cuerpo es igual a la fuerza ejercida sobre él dividida por su masa); la tercera ley explica que por cada fuerza o acción ejercida sobre un cuerpo existe una reacción igual de sentido contrario. De estas tres leyes dedujo una cuarta, que es la más conocida: la ley de la gravedad, que según le contó el propio Newton a su amigo y biógrafo William Stukeley (resulta que la anécdota es cierta), le fue sugerida por la observación de la caída de una manzana del árbol.
Newton descubrió que la fuerza de atracción entre la Tierra y la Luna era directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separaba; al extender ese principio general a todos los cuerpos del Universo convirtió su ley de la gravedad en la ley de la gravitación universal. La mayor parte de estas ideas circulaba ya por los ambientes científicos de la época, pero Newton le dio el carácter de una teoría general capaz de explicar
científicamente el Universo en conjunto.
Aunque Newton ha pasado a la historia como uno de los más grandes científicos, nuestro protagonista dedicó a la teología y a la alquimia tantas horas como a la ciencia, y puede que bastantes más páginas. Isaac Newton tuvo una vida larga (llegó a los 85 años, que en los siglo XVII y XVIII eran muchos), solitaria, dedicada en exclusiva al quehacer intelectual. Su carácter tímido, retraído, junto a su devoradora pasión por el conocimiento, explica su aislamiento del mundo. Pero menos que el carácter del hombre nos importa hoy el legado de ese hombre a la humanidad, su enorme contribución científica.
“Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”.
Esta frase del propio Newton lo define perfectamente, abrumado por la ignorancia; es decir, sabio.
Material relacionado
- Libro: El sistema del mundo - Isaac Newton
- Documental de Newton y las matemáticas:
0 comentarios:
Publicar un comentario